Área Pequeña
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- Escrito por Lennoniac
Hablar de derrota no es más que reiterar, ponerse pesados, llevamos ya once partidos perdidos. Nada nuevo bajo el sol, por lo tanto. Escribir sobre la alineación, las rotaciones, los errores tácticos, resulta ya ocioso, más bien cansino, después de haber metido en tantas ocasiones el dedo en la llaga, señalando, las más de las veces, que los males de este dichoso Alba no residen en el vestuario sino en la sala de juntas donde se planificó todo. Que el Racing de Ferrol, el equipo que Veiga dispuso el domingo, gane en el Carlos Belmonte podría recibir la consideración de fenómeno paranormal si no supiéramos con quién nos estamos jugando los cuartos, con la ignorancia elevada al nivel de lo cotidiano y con la más absoluta desidia planeando por los despachos. Los ferrolanos aprovecharon el regalo, primero, en una monumental falta de contundencia de la línea defensiva que costó el primer gol, para continuar con una pájara que parecía interminable hasta que Cañas empató. Aun así, los gallegos se tenían que ir con el regalo completo, aunque ya un punto habría sido botín precioso, y en el descuento les hicimos el 2 x 1, Cañas: en el minuto 92 saca un balón raso, jugado, del área, y los visitantes marcan un gol que ni ellos se creían.
Para que hablar de Gato, de [.....]
[.....] Catalá, de Cañas, de nadie. Basta con apuntar que Bermejo, Ferrón y Álvaro trabajaron, con más voluntad que acierto, y que el resto del equipo tuvo una actuación más bien plúmbea, por no llamarla llanamente mediocre. Cada día que pasa se evidencia la necesidad de un líder en el campo, de un jugador que tenga un cierto ascendente sobre el resto, por su veteranía o por su calidad. De momento, el puesto está desierto.
A todo esto, el sábado se juega contra el Elche, uno de los duelos con más solera para nuestros colores. También eran épicos los partidos contra el Ilicitano, otrora filial de los franjiverdes, en la prehistoria, claro. Un encuentro que tendría su morbo, dada la proximidad, contando con que al Elche lo entrena Julián Rubio, entre otros motivos para convertirlo en un duelo caliente, queda diluido por la triste marcha de ambos equipos en la clasificación, sin más objetivos que el de no verse envuelto en algún que otro apuro.
La entidad Albacete Balompié atraviesa por una época de gran incertidumbre. Los augurios económicos comienzan a ser oscuros. El préstamo no llega, los proveedores esperan que se les pague; el Atlético de Madrid ha vuelto a dejar en ridículo al Consejo que encarna Contreras, con el asunto Pablo de por medio. La internacionalidad del de Madrigueras todavía trae cola. Se pactaron unas condiciones muy distintas a las que se filtraron en el momento del traspaso. Y ahora se sabe todo, y lo que queda es un gran dilema: o son tontos de caer, o son demasiado avispados. Crecen las sospechas sobre los dirigentes de este club, por no haber explicado bien los pormenores de la operación que acabó con el central en el Calderón. Se vendió por poco dinero, a lo visto, y se cobró tan mal que todavía no se ha finiquitado el asunto. Pero el Albacete, el pariente pobre, tonto y paleto en este caso, no quiere incomodar a los del Manzanares, y no piensa denunciar, porque piensa obtener un partido amistoso y “algo más”, en palabras del insigne iluminado, con el imaginable "descojone" (perdón) en las oficinas del Atleti.
Aquí huele a negro, y no estoy haciendo ningún comentario racista (no se me vaya a enfadar don Samuel). Me refiero a cobrar y pagar demasiado bajo cuerda. Se ha traspasado a Pablo por unas cantidades que no se sabe cómo se han cobrado, que se han incumplido en alguna medida, pero que no merecen una reclamación; se rescindió el contrato a Ludovic Delporte en lo que parece fue un traspaso encubierto, en una operación que se “calcó” a la supuesta “rescisión” del contrato de Francisco, cuando había ofertas creíbles de equipos de Segunda por elalmeriense. Todo suelta un tufillo muy sospechoso. Otro ejemplo: el contrato que ayer se firmó con OBRUM (empresa constructora) por una duración de tres años no ha sido explicado en sus extremos económicos, bajo la peregrina excusa de que “este club tiene un comportamiento señorial y no habla de cifras”. Pues entonces, ¿de qué tiene que hablar el presidente del Consejo? Lo cierto es que para lo que dice algunas veces, mejor taparse en casita.