A contracorriente

A contracorriente. Artículo de opinión sobre la situación del Albacete Balompié

Un servidor lleva asistiendo con regularidad al Carlos Belmonte desde la temporada 1976/77 en Regional Preferente. Mucho fútbol he presenciado, y como dice el bueno de Francisco Villaescusa, “no sabré hacer un huevo frito, pero de tanto comerlos, sé cuándo uno está bueno o no”.

Por eso, al comienzo de la temporada y en contra de la euforia resultadista que imperaba en los mentideros de Albacete, a este equipo le auguraba mucho sufrimiento porque mostraba un juego vacío, solo sostenido por la caprichosa fortuna.

Desgraciadamente, el tiempo me dio la razón. Se destituyó con acierto a un Ramis que no supo detener la hemorragia defensiva y que a estas alturas nos habría llevado a disputar el farolillo rojo con el Racing, apostándose por Lucas Alcaraz, profesional como la copa de un pino, buena gente, sin estridencias de divo y magnífico psicólogo, pues ha sabido implicar a toda la plantilla en la tarea de la salvación, dotando al equipo de carácter y solidez defensiva, salvo el pequeño paréntesis de dos horribles jornadas tras la reanudación de la competición que esperemos no lamentar al final. El último ejemplo lo dio durante el descanso del partido con el Sporting, resucitando a un equipo que se dejaba ir.

Soy consciente de que nuevamente nado a contracorriente pues no se escuchan más que comentarios tales como que este equipo no juega a nada o de que somos ultradefensivos. A la hora de interpretar música, claro que me apetecería una sinfonía de Beethoven, pero cuando te han repartido media docena de tambores y un par de cornetas, -no sé cómo la familia Kabchi mantiene a un Mauro que les va a echar por la borda toda la inversión- no tendré más remedio que entretener al personal con marchas de Semana Santa, música tan digna como las demás.

Digo esto porque habrá quienes opinen que hemos de salir contra Elche y Zaragoza a dominar y ganar, sí o sí, ambos partidos, olvidándonos que son dos equipos mucho mejores que el nuestro y que se encuentran jugándose el ascenso. Pues para mí, dos empates serían magníficos resultados, y la necesaria victoria fiémosla a la merecida borrachera del Cádiz campeón.

Una sola cosa me preocupa, al final de la primera parte, por primera vez vi a Lucas Alcaraz con dudas de sí mismo, incluso un poco tristón en la rueda de prensa. Por favor, no se venga abajo, pues es nuestra única esperanza, nuestro clavo ardiendo. Antes de que los resultados dicten sentencia, yo ya tengo un veredicto: gracias por su labor.